jueves, 10 de abril de 2014

Doscientos años del final de la Guerra de la Independencia


El día 10 de abril se cumplió el bicentenario de la batalla de Toulouse, la última que libraron los tropas aliadas - británicas, portuguesas y españolas - al mando de Wellington, contra las tropas francesas del mariscal Soult.
La batalla enfrentó a 48.500 aliados (40.000 infantería, 6.500 caballería y 2.000 artillería) incluyendo 9.500 españoles, con cerca de 39.000 franceses del llamado 'Ejército de España' (32.000 infantería, 3.000 caballería y 4.000 artillería) en los alrededores de la ciudad de Toulouse. El resultado fue indeciso y ambos comandantes clamaron la victoria: Wellington porque Toulouse cayó en manos aliadas y Soult porque pudo retirarse, sin mayores problemas, de una posición que no quería mantener.
Los bajas aliadas de esta batalla inútil e innecesaria (Napoleón estaba abdicando en esos momentos) fueron mayores que las francesas (4.600 vs. 3.00) incluyendo 1.900 españolas y se produjeron principalmente en los combates del día 10. Soult se retiró a Toulouse, donde se mantuvo todo el 11, abandonando la ciudad al día siguiente.Wellington fue recibido como liberador por los realistas y al llegar las noticias de la abdicación de Napoleón (11 de abril), ambos comandantes firmaron un armisticio.
Así finalizaron la lucha y las campañas de la Guerra de la Independencia, conocida a los franceses como la 'Guerre d'Espagne' y a los británicos como la 'Peninsular War', aunque la guerra para los españoles había finalizado el 22 de marzo con la vuelta de Fernando VII a España.

Tomado de ALKAID REVISTA MULTITEMÁTICA (Nº 18, octubre 2013)
Vitoria y el final de la Guerra de la Independencia
Rafael Pardo

EL TRATADO DE VALENÇAY Y LA VUELTA DE FERNANDO VII
En noviembre de 1813, después de su derrota en Alemania y temeroso de una guerra defensiva en dos frentes, Napoleón comenzó las conversaciones con Fernando VII, prisionero en Valençay desde 1808. El 11 de diciembre se firmó un acuerdo, por el que se suspendían las hostilidades y se devolvía el trono de España a la casa de Borbón en la persona de Fernando VII. Se enviaron emisarios a España para su ratificación (por intermedio del mariscal Suchet y la participación, entre otros, de Palafox) pero la Regencia y las Cortes declararon nulo el tratado, por encontrarse el Rey prisionero y se negaron además a acatar su autoridad hasta que el soberano no jurara la Constitución de 1812.
A pesar de todo y necesitado de soldados para enfrentarse a los aliados en el norte de Francia, Napoleón liberó por su cuenta a Fernando VII y éste entró en España el 22 de marzo de 1814, entre declaraciones de acatamiento a ‘todo lo que se hubiera hecho en mi ausencia, que sea útil al reino’. Poco le duraron al monarca estas ideas conciliadoras, y el día 4 de mayo promulgó en Valencia un Manifiesto para “declarar aquella Constitución y aquellos decretos nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos ni guardarlos”, comenzando así uno de los periodos más oscuros de la historia de España.

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